
Cuando pensamos en limpiar la casa, solemos enfocarnos en lo visible: pisos, mesadas, ventanas… pero hay elementos que usamos todos los días y que muchas veces pasan desapercibidos: las almohadas y el colchón.
¿Sabías que en un año una almohada puede duplicar su peso por la acumulación de ácaros, polvo y células muertas? ¿O que un colchón puede albergar miles de partículas que afectan tu salud respiratoria y la calidad del sueño?
No es para asustarse, pero sí para prestar atención. Acá te contamos lo que nadie suele decirte (y todos deberíamos saber):
Lo que tenés que saber:
🔵 Aspirar no alcanza. Si bien es importante pasar la aspiradora una vez por semana, hay zonas internas donde se acumulan bacterias invisibles.
🔵 Las fundas no son solo decorativas. Usar protectores lavables ayuda a mantener tanto almohadas como colchones más limpios por más tiempo.
🔵 El lavado importa. Las almohadas deben lavarse cada 2 o 3 meses. Sí, ¡se lavan! Revisá la etiqueta, muchas se pueden poner en el lavarropas.
🔵 El colchón también se limpia. Al menos dos veces al año, hacé una limpieza profunda: aspiralo bien, usá bicarbonato para desodorizar y giralo para que el desgaste sea parejo.

Pequeños cuidados, gran diferencia
Dormir en un espacio limpio no solo mejora tu descanso. También puede aliviar alergias, evitar irritaciones en la piel y prolongar la vida útil de tu cama.
Y lo mejor: no necesitás productos especiales. Con constancia, bicarbonato, agua oxigenada y vinagre podés hacer mucho más de lo que pensás.

A veces, lo más importante está donde no se ve. Y en el descanso, todo detalle suma.
¿Conocés algún otro tip para dejar tus almohadas y colchones impecables? ¡Comentá!👇